domingo, 20 de septiembre de 2009

Muerte al fútbol

Dejémosle vivir a punta de glorias pasadas a los Griegos. La mitología colombiana está plagada de piernas robustas, delanteros legendarios, gladiadores del medio campo y peinados extravagantes (por no decir apodos extravagantes).

El deporte que abrió las puertas a través de la puerta de oro de Colombia agoniza como si fuera un mito fundacional: el mundo aparece de la nada, crecen las cosas, el desorden se corrige por una mano divina, viene el mesías y llama la atención por los pecados, el mundo se acaba… Me apego a esta transición final para pararme sobre las aguas y gritar: ¡que se acabe el fútbol! ¡Que muera y que su estocada final abra los cielos para la llegada de la edad de Acuario!
¿Sucederá? ¿Lo predijeron los Mayas para el 2012, es decir, para después del próximo mundial? Tanta dicha no podría tener dimensiones universales, pero para Colombia se está cumpliéndo a cabalidad. Hay esperanza.

El fútbol soccer debe desaparecer de la agenda mediática nacional porque gasta energías humanas e industriales en un espectáculo que no tiene nada más que contar. El hecho de que no podamos medirnos internacionalmente contra otros equipos, pero si dentro de un exiguo campeonato local, equivale a decir que siempre puedo emocionarme discutiendo con mi perro, al que siempre le puedo encontrar el quiebre a sus argumentos.
¿Para qué sostener (porque el cómo lo hay, maldita sea) un espectáculo (sí, un espectáculo) que no construye una cultura deportiva, sino que avoca a la masa frustrada a un continuum de fracasos y promesas incumplidas?
El circo divierte porque los payasos hacen reír, los animales hacen lo suyo, maltratados y vulnerados, claro está (de esa otra detestable desgracia que son los circos hablaré después), y la fanfarria es sonora y entretenida. El fútbol en Colombia es lo mismo, un abrevadero de lo obvio y un show de excentricidades que lo alejan a uno de la podredumbre del estado fallido que soñaron los regeneradores. Porque en Colombia no se juega por competir, o por lo menos no deportivamente, sino para innovar en las finas artes del hat-trick y de los pases elaborados. Ganar es accesorio. Se gana para hacer vitrina para los clubes del primer mundo futbolístico (o sea de Venezuela para allá). El subdesarrollo del balón es auto-inducido y regresivo. No va a ninguna parte y añora un pasado que quiso ser futuro, pero que es un espejismo del presente, que fue mejor en el pasado, pero quería ser futuro y… ¡carajo! Es la lógica del absurdo. Es otro burdo espectáculo, y que no se diga más, caballero.

Ahora, que pretender reducir el fútbol a un espectáculo es fatal. Es un deporte y como tal, exige competencia y un saber práctico dentro de la cultura del trabajo en equipo. Pero el caso particular colombiano demuestra haberlo olvidado, y el teledrama de la seleción, por ejemplo, madura con el tiempo a un culebrón de magnitudes americanas (¿o una tragicomedia?): Tenemos, o tienen, ustedes, el jugador profesional más viejo del mundo; una de las selecciones nacionales peor catalogadas en el ranking mundial; Los equipos están en la quiebra porque la boletería está mal, contrastando con el tamaño de la fanaticada (grupos religiosos fundamentalistas que se matan por sus equipos) que acude aborregada a estadios pegados con babas.
Para colmo, gracia divina, tenemos tenistas, golfistas, bolicheros, patinadores, equipos de Baloncesto, de Hockey, Salsa, ciclistas, pesas, boxeadores, clavadistas, corredores de autos, ajedrecistas, y un millón de gente talentosa, que no lo será tanto pero que al menos saca la cara por el país. ¿Qué estarán haciendo ahora? Triunfar, tal vez. O entrenar para ser mejores. Dudo que alguno esté evaluando el caballo al que se trepará en la próxima feria, o asistiendo a la fiesta privada en la cárcel-casa-palacio-emporio de algún prófugo de la ley. Colombia tiene una deuda inmensa con sus deportistas, y es el momento justo para empezar a saldar la cuenta de cobro.

Yo sé que este deseo sí me lo puede cumplir la selección el próximo partido. Por favor, te lo ruego, te lo pido: PIERDE. Pierde con ganas. ¡Fracasa! Soy colombiano, una vergüenza más no me pesa. Pierde con toda, por favor. La gente está muy cerca de mamarse. Hay escuelas de todos los deportes proliferando. La semilla ha sido sembrada. ¡Falta el descontento popular! Aunque aquí somos malos, si de reaccionar frente al descontento se trata, sé que es más importante a estas alturas tener algo de fiar para permanecer emocionados y lejos del averno.

Tengo mucha esperanza. El fútbol morirá. El fútbol TIENE que morir.


Luis Almonacid

1 comentario:

  1. Aun cuando en muchos aspectos tiene razon... para que el futbol acabe primero debe morir fuente de poder... eso que hace que todos quieran jugar y participar... la FIFA una asociacion de paises con mas inscritos que la ONU!... por ahi ya puede ir viendo por dodne le repsondere... solo por ahi sin hablar de la pasion ni de la tradicion futbolistica de este pais mas alla de que sea mala o buena...
    Juan Andrés ALIAS Profe Krispis

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