viernes, 7 de agosto de 2009

Carta a Darío Arizmendi


Debo confesarle algo que he notado últimamente, Darío, y es que se está involucrando demasiado en los asuntos de los demás. La información, a mi parecer, es la que me brinda datos sobre unos hechos que no conozco o que están sucediendo y de los que me quiero enterar... No creo que sea, necesariamente, dejar hablar al presidente una mañana por dos horas seguidas.

No es información cuando alimenta la noticia con esos valores agregados que, realmente, no aportan a la noticia. Frente a los líos de algunos implicados en la parapolítica visitando el palacio de Nariño, por ejemplo, ¿Hay necesidad de preguntarse por qué “todo el mundo se tira los trastes a la cabeza”? ¿Es prudente aseverar que “a pesar de la ola de atentados en Bogotá, debemos estar tranquilos porque al gobierno le quedan más golpe contra las FARC”? Cuando le escuché hablando sobre el atentado en Ituango, no pude dejar de preguntarme si una masacre lo es más cuando es “horrorosa”, “abominable” o “cruenta”; pensé también si “Bolivia está viviendo una auténtica guerra civil” durante su crisis entre los trabajadores de algunos departamentos y el gobierno; ¿Realmente Chávez y Bush “se inventan los problemas”? La información no debería ser así.

Lo que parece ser la marca de su acento editorial, para algunos inofensivo, sagaz, periodísticamente correcto, se convierte con el tiempo en una agitación de la noticia, de la que no es difícil incomodarse. Así se sienten las seis horas que dura el programa, o por lo menos antes de la “nota chévere”.

Tampoco es información decirle “mezquino y arrogante” al presidente de Ecuador por no haberse pronunciado tras la liberación de Ingrid; cuando presiona a los entrevistados para que tomen una decisión frente a la segunda reelección; Menos aún cuando adula y halaga, también por dos horas, curiosamente, a Juanes y su labor como “embajador de paz” en el concierto sin fronteras; Informar no es dedicarle los mismos diez minutos al debate acerca de la permanencia de Fabio Valencia Cossio como Ministro del Interior y a sobre cómo entrar en contacto con ángeles (sí, ángeles. Los mismos. Los seres alados que habitan en otros planos dimensionales).

Tal vez nuestros vecinos sean mezquinos y arrogantes, o nuestros cantantes candidatos para el Nobel de paz. ¿Y qué? “las noticias como son” no deben ser así. Ni una “barbaridad” ni un “horror”. Es como le he escuchado decir, Darío: “…háganse sus propias conclusiones…” Créame: cada quién se las hace. No hay por qué preocuparse. Dos horas son suficientes para que alguien hable lo necesario... y para hacer pensar a alguien (o huír). Comentar las noticias de esta forma las hace pesadas, y la gente no le gusta cargar con cosas pesadas, y mucho menos cuando es el sufrimiento nacional. ¡Y qué sufrimiento! se convocan marchas, se elevan plegarias, se hacen llamados a la ciudadanía… pero siempre habrán países “en guerra civil”, vecinos “mezquinos y arrogantes”, masacres “auténticas” y “abominables”…

Se preguntará por qué no he seguido la sabia invitación a escuchar otra emisora, a no desgastarme exigiendo lo que no me corresponde. ¡Cuántos noticieros allá en el dial, y yo molesto por uno más! Lo siento, Darío, y no sé que piense ahora (no espero lo mejor), pero “las noticias como son” tienen que ser “como son”, y ya. Que ella estremezca no es tu tarea. Fresco.

Y mientras se me enfría el transistor: ¿qué piensa de la tercera candidatura de Uribe? ¿Ya se decidió? ¿Cuándo puedo saberlo? ¿No es terriblemente atroz el hecho de que Colombia no haya ganado un oro en Beijing? ¿Qué hacemos si no vamos al mundial de Suráfrica? ¿Cómo calificaría (o descalificaría) el destape de Yidis? ¿Moriremos todos si el acelerador de partículas se descompone? ¿Y la seguridad democrática? ¿Y los niños? ¿Se aproxima la hecatombe? ¿Y las cruentas/horribles/abominables/auténticas masacres? ¿Tendremos Nobel de paz? ¿Ó más golpes del gobierno…?¿Conceremos algún día a un ángel?¿O a un Valencia Cossio despierto?

No, no, no, no… ¡Qué barbaridad! Tendré que tomar más de las dos horas acostumbradas.


Luis Almonacid

(Imagen tomada de http://reeligion.blogspot.com)

No hay comentarios:

Publicar un comentario