martes, 25 de agosto de 2009

Aires de la chica de al lado

Buenas tardes, la dama y el caballero, me permito robarle dos minuticos de su apreciado tiempo, subiéndome al trasporte público para que me pueda contestar esta sencilla preguntica: ¿qué tanto tiempo debo demorarme para que los vapores de la espalda del pasajero que se va, se marchen también?

Me lo pregunto siempre, casi a diario. Me lo pregunté hoy. Me lo preguntó mi trasero. Los traseros de mucha gente también se lo preguntan. ¿qué índice de dispersión posee el vaho atrapado entre el area trasera de la cadera y los cueros del asiento? Es más, ¿existe tal cosa? Los ecuatorianos dicen que en Colombia todos nos cagamos en las sillas de los buses. Sería curioso pasar de Ipiales a Tulcán y notar la diferencia...

Pero en serio y al grano. Se nos presenta un fenómeno social de proporciones inquietantes, porque implica una conducta interiorizada que no sabemos de dónde salió, aunque si sabemos para dónde va: La prevención de una epidemia de hemorroides. Ahora, que ésta sea una causa comprobada de la dichosa enfermedad no me consta, ni a los médicos tampoco. [1]

Mientras lo pienso estoy mirando a la niña que se sentará a mi lado, luego de que el vecino de viajes (y todos sus vapores) se retiran a la salida. La mujer es conciente de su deber para evitar la epidemia mencionada, y espera con la esplada recostada contra el espaldar, dejando un espacio prudente para que el aire (¿fresco?) circule y ventile la posadera. Me giro y le pregunto: ¿Y por la espalda no se nos pueden entrar los gases tóxicos? Bueno, entiendo. La espalda no posee ni cartílagos y tejidos ni orificios con acceso directo a las tripas. Pero dime, mi querida enfermera, ¿en la universidad les dicen que evadan a toda costa los gases atrapados en la silla?¿cómo los miden?¿en atmósferas?¿psi?¿A qué ritmo se disipan...?
Enloquezco pensado en un supergas mutante de exclusivo cultivo de los trasportes públicos colombianos, que puede traspasar la lana, la pana, el jean, o cualquier material imaginable, como para preocupar a Robocop. Lo que tenga ese gas en su composición química es importante, tenendo en cuenta que podría develarnos el verdadero peligro de este primo lejano del agente naranja.

Doy por sentado que los buses son caldo de cultivo (en serio, puede llegar a ser un caldo ahí adentro) de toda clase de microcosmos biológicos, químicos y sociales. Pero hasta que no me digan cuál es (y de dónde viene) el gran misterio de los asientos-que-necesitan-ventilación, no me quedaré completamente tranquilo sentado, ni siquiera aquí, en mi escritorio.

[1] http://www.tuotromedico.com/temas/hemorroides.htm


Luis Almonacid

2 comentarios:

  1. Vale la pregunta y es divertida, sin embargo considero un derecho fundamental que todo ciudadano caliente con sus propias¨"asentaderas" ese espacio que cada vez es más difícil de encontrar vacío.

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  2. Yo lo he hecho, lo de dejar ventilar el asiento je, porque sentarme en un asiento "calentado" por otra persona que quién sabe quien fue me da asco. Es como si quisiera meterme bajo las sábanas calientes de otra persona, wac!

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